Correr al aire libre es un deporte sencillo de practicar. Tan sólo se requieren unos tennis y la motivación – a veces difícil de encontrar- de salir a la calle. Por esta razón es usual que todos los días veamos corredores en las calles. A algunos de ellos les gusta madrugar para trotar, mientras que otros prefieren hacerlo al caer la tarde; unos andan solos y otros en grupos; algunos escuchan música mientras corren y otros prefieren no hacerlo. Hay tantos estilos de corredores como corredores hay en el mundo. Para ellos, las ciudades son hoy una de sus pistas de práctica predilectas.
Anualmente se realizan miles de carreras en el mundo y en ellas participan más de 10 millones de corredores. La cancelación de eventos deportivos en el 2020 no detuvo a los corredores. Muchas personas se volcaron a la práctica del running y participaron en carreras virtuales. Poco a poco, las carreras se han restablecido y adaptando a la nueva realidad.
Para las ciudades, los eventos deportivos suponen, la posibilidad de atraer turismo y negocios, y de generar espacios de salud y bienestar para sus ciudadanos. Ser el anfitrión de una carrera abre a la ciudad para que sus habitantes y visitantes conozcan una de sus facetas más interesantes. Recorrer una ciudad en una carrera atlética permite percibir detalles que no notamos cuando la transitamos en nuestro devenir diario: el edificio de un diseño particular que jamás habíamos reparado, el parque que no sabíamos que existía, y la loma secreta que escondía esa calle larga que siempre nos pareció tan plana. En esos kilómetros encontramos la belleza escondida en la sombra que hace un árbol en el pavimento, en los colores del amanecer y en la imponencia de un río que se extiende hacía el infinito.
En las calles también podemos conocer a las personas. Vemos a las familias de los corredores que están animándolos para llegar a la meta, a las personas que con tanto cuidado organiza los puntos de hidratación para que podamos continuar, al desconocido que grita palabras de aliento para todos los corredores, y a los transeúntes que se asombran al ver ríos de personas corriendo, sin entender muy bien por qué lo hacen.
La carrera nos permite también reconocernos en cada uno de los corredores. Cada corredor tiene su historia y su motivación. Entre ellos hay personas de todas las edades. Hay familias que se unen alrededor del objetivo común. Y hay personas, que a pesar de las aparentes limitaciones físicas que pueden tener, salen a las calles a conquistar el objetivo, y nos muestran que la voluntad y las ganas son siempre más poderosas. En los próximos días, Montería recibirá a todos los atletas que correrán la Río Media Maratón. Que sea esta una oportunidad para que otros conozcan nuestras ciudades y nuestra gente, para que nos conectemos a través de la experiencia deportiva, y para que reconozcamos y atesoremos la belleza de esta ciudad y de disfrutarla de manera colectiva.