En la tertulia de fin de año de Atarraya Juan Gossaín hizo una magnífica disertación que tituló “¿Por qué el caribe es como es?”. Esa intervención ha suscitado reflexiones acerca de la identidad cordobesa, aquello que nos define y caracteriza, haciéndonos únicos y particulares. La identidad, individual o colectiva, es lo que hace que algo o alguien sea lo que es. María Moliner define la identidad como el “conjunto de rasgos psicológicos, sociales, ideológicos, etc. que caracterizan a una persona o colectividad y con los que éstas se reconocen a sí mismas”.
Córdoba cumple 70 años de vida como departamento este año y la sociedad cordobesa es diferente a la de 1952, su composición es distinta, la relación entre la población urbana y rural ha cambiado, el rol de la mujer también, la actitud hacia el campo es diferente, la demografía muestra otra figura, la juventud tiene nuevos intereses, el dinero se mira con ojos nuevos, la relación con el medio ambiente ocupa una prioridad más alra, por mencionar solo algunos determinantes de la identidad regional.
¿Quiénes somos los cordobeses? ¿Qué nos caracteriza e identifica actualmente? ¿Qué apreciamos y que rechazamos?
Reconocer nuestra identidad es fundamental para la efectividad de las políticas públicas, pues éstas se establecen para atender las necesidades e intereses de comunidades con características e intereses singulares, que valoran de manera particular las situaciones y que se relacionan de modo particular con su entorno.
La identidad como proceso de construcción social juega un rol clave en la educación y en la consolidación de la cultura. Estas se encargan de su enseñanza, interiorización y transmisión entre generaciones, fortaleciendo el sentido de pertenencia hacia la colectividad con la que nos identificamos y de la que nos sentimos parte; una identidad clara crea orgullo por lo propio y compromiso con el futuro del individuo o colectividad.
Son varias las razones que muestran la conveniencia de un alto en el camino para reflexionar acerca de nuestra identidad, máxime si se tiene en cuenta los cambios que se han dado en la comunidad cordobesa a través de los años; es oportuno validar de manera consciente los atributos que definen hoy día al cordobés, revisar cuales de los anteriores siguen vigentes, cuales perdieron validez, e incorporar en la descripción unos nuevos que ya hacen parte de nuestro ADN como comunidad. Como resultado tendríamos una definición vigente, clara y consciente de la identidad cordobesa, con la descripción de aquellas conductas que se deben premiar o censurar en el comportamiento colectivo, al igual que los nuevos atributos que conviene desarrollar o profundizar para enfrentar exitosamente los retos que afrontará esta colectividad en las próximas décadas. La identidad es un proceso social que debe ser gestionado en forma consciente y responsable.