Infraestructura para el desarrollo
Cálculos realizados sobre el impacto de la infraestructura en la economía comprueban que un aumento de la inversión en infraestructura del 0,5% del PIB por año en promedio por los próximos 10 años aumentaría la tasa de crecimiento económico en 0,8 puntos porcentuales por año.
Sin embargo, en las últimas anualidades el sector de obras civiles vive uno de sus peores momentos al decrecer de forma consecutiva en los últimos trimestres y no alcanzar niveles de producción superiores a la época previa a la pandemia.
El departamento de Córdoba no queda exento de esta experiencia y la posibilidad de dar un salto hacia una senda de crecimiento sostenido pasa por satisfacer las demandas de infraestructura existentes, más aún en el entendido de que el desempeño económico departamental no alcanza siquiera a ser la mitad del promedio nacional.
Las brechas existentes en infraestructura del departamento vista desde los sectores de transporte, adaptación al cambio climático, acueducto y alcantarillado, cultura y deporte, se concentran con amplitud en el estado de la red vial secundaria, los escasos niveles de responsabilidad ambiental, deficiente cobertura de alcantarillado en especial en las zonas rurales, y la insuficiente inversión en deporte sin contar la insignificante oferta de biblioteca y museos.
No en vano, los estudios recientes de la iniciativa Casa Grande Caribe visibilizan al departamento como aquel con las mayores necesidades en materia de infraestructura con un acumulado de $4,59 billones de inversión requerida a ejecutarse en los próximos 8 años para acotar las brechas existentes con el resto de los departamentos del país.
Desde Atarraya, el centro de pensamiento para el desarrollo sostenible de Córdoba, se identifican al menos 3 determinantes que requieren darse para hacer realidad estas necesidades. La primera de estas es la de orientar las decisiones bajo el principio de la planeación de largo plazo, la cual parte por la idea de estructurar un plan maestro de infraestructura donde se proyecte el departamento de forma participativa y se prioricen las inversiones, de tal manera que los gobernantes que lleguen al poder cuenten con una hoja de ruta de nivel superior a la cual ceñirse. La segunda, es reconocer que las inversiones en infraestructura no pueden verse de forma aislada a las necesidades de capital humano que respondan a los requerimientos de estructuración y ejecución de la infraestructura requerida. Y, por último, la urgencia necesidad por sostener la ejecución de las obras en el departamento bajo los más altos estándares éticos, de transparencia en el uso y probidad en su manejo.