“Nuestra educación conformista y represiva parece concebida para que los niños se adapten por la fuerza a un país que no fue pensado para ellos, en lugar de poner el país al alcance de ellos para que lo transformen y engrandezcan”, afirmó nuestro Premio Nobel, Gabriel García Márquez en 1994 en su escrito Por un país al alcance de los niños como resultado de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, que en ese entonces buscaba analizar y encontrar soluciones a los principales problemas de nuestro país.
La historia de tantos niños de nuestro país ha estado enmarcada en la violencia que hemos vivido por más de 60 años. En su gran mayoría los más vulnerables y quienes tienen menos oportunidades han sido los que más han sufrido esta violencia. A ellos nuestro país les debe, nosotros les debemos, otro camino. Un camino alejado de las armas y la violencia.
Los niños tienen derecho a ser niños y a crecer como niños.
El derecho a ser niños y vivir su niñez incluye el asegurar el acceso a la educación y el ofrecer educación de buena calidad. La educación es un derecho de todos los niños en nuestro país y un deber del estado y de la sociedad. Un niño educado es un niño con herramientas, con esperanza, motivado, con seguridad en sí mismo, que construye sus sueños y genera la capacidad de valerse por sí mismo. El acceso al conocimiento y la educación de buena calidad, combinadas con la construcción del carácter de nuestros niños, son herramientas fundamentales para superar las condiciones de origen desfavorables.
Todos tenemos las mismas capacidades, pero desafortunadamente no las mismas oportunidades. La educación, precisamente, es la vía probada y efectiva para construir una sociedad con un mayor número de oportunidades y con una mejor distribución de esas oportunidades. Es la vía para reducir la desigualdad que existe en el acceso a oportunidades, o la creación de las mismas, y el desarrollo personal y profesional y la consecuente distribución del ingreso.
Al mejorar el acceso a la educación de buena calidad se construye capital humano, se puede acceder a mejores trabajos y se ayuda a la gente a lograr sus sueños.
Nuestra responsabilidad como sociedad es brindarle a nuestros niños el acceso adecuado a herramientas, recursos, aprendizaje, experiencias, construcción de carácter y valores para que tengan la posibilidad de labrar su futuro. Este camino los llevará a mejorar sus condiciones de vida, la de sus familias, su entorno y sus comunidades. Devolverán con creces lo recibido, generarán una cadena de oportunidades y eventualmente construirán una sociedad más justa y digna.
Nuestro departamento tiene un enorme reto, frente al cual, hasta ahora, nos hemos quedado cortos.
Estamos obligados a construir un departamento con una sociedad más incluyente, más equitativa, más autónoma y justa en la cual sus habitantes puedan lograr sus sueños. Ésto se logrará a través de una educación de calidad, con amplia cobertura en las zonas rurales, con pedagogos de alto nivel que sean modelos a seguir, y con educación crítica que enfatice no solamente el conocimiento, sino también la construcción de confianza, de respeto, de responsabilidad, de equidad y de vida en sociedad.
Gabriel García Márquez, hace 37 años lo afirmó, y hoy está más vigente que nunca: “Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro. Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma”. Nuestros niños se merecen un país en donde prime la educación, un país que alcance para ellos, donde se valga soñar y soñar en grande.