Como resultado de un esfuerzo colaborativo entre la Fundación Atarraya, el Centro de Estudios Económicos Regionales del Banco de la República y la Universidad Pontificia Bolivariana de Montería, en esta ocasión celebramos la salida al público del primer libro. Su propósito es esclarecer la trayectoria del departamento de Córdoba, desde sus raíces hasta su presente económico, demográfico y social, revelando una travesía rica en matices.
El relato detalla los inicios de Córdoba, antaño una región de escasa población y vastos recursos naturales. La explotación de sus bosques propició migraciones y transformó la economía, especialmente a favor de la ganadería. La decisión de independizarse de Cartagena en 1952 marcó un hito en la búsqueda de un progreso autónomo.
Los datos presentados por Bonet y Aguilera revelan un crecimiento demográfico y económico en los setenta años posteriores, aunque con visos preocupantes. A pesar del incremento en ingresos y urbanización, persisten altos niveles de pobreza, desigualdad y deficiencias en servicios básicos.
La educación, aunque ha experimentado mejoras, sigue siendo un desafío pendiente. Aunque la tasa de analfabetismo ha disminuido, las Pruebas Saber de 2021 evidencian un bajo desempeño en los estudiantes cordobeses. Este déficit educativo, junto con la pobreza, influye directamente en el capital humano, limitando la productividad y el desarrollo.
La pandemia del COVID-19 exacerbó la situación de pobreza, y las tasas de mortalidad materna e infantil son preocupantes. A pesar de algunos indicadores positivos, como una menor tasa de mortalidad por desnutrición, los desafíos de salud persisten.
El manejo fiscal es otro punto crítico. Mientras los primeros años mostraron un aumento significativo en los ingresos reales, décadas posteriores revelaron una gestión deficiente que afectó la capacidad del departamento para proporcionar servicios esenciales. Las transferencias fiscales han sido sustanciales, pero su impacto y destino suscitan interrogantes importantes. En este panorama, la conclusión es clara: Córdoba enfrenta desafíos significativos pero también es portadora de oportunidades para transformar su realidad. Las generaciones futuras y las autoridades locales comparten una responsabilidad vital. La mejora de condiciones de vida implica un esfuerzo colectivo, donde la educación, la salud y la gestión fiscal deben ser prioridades. Las palabras de los pioneros en 1956 resuenan como una guía para el futuro, un llamado a la acción para que, algún día, los habitantes de Córdoba puedan enorgullecerse plenamente de haber conquistado los fines que inspiraron la creación de su departamento.