Una de las características de las finanzas públicas de Córdoba es su escasa autonomía fiscal, que se refleja en una alta dependencia de los ingresos provenientes de la Nación. Los ingresos propios, en 2018, apenas representaban el 20% del total de los ingresos departamentales. La dependencia de las transferencias ha desestimulado a gobiernos territoriales para generar recursos propios. Esto constituye una gran barrera al desarrollo y limita la autonomía para atender las necesidades propias de la población.
Otro inconveniente de la dependencia de las transferencias de la Nación es que diluye el deber de rendición de cuentas que compete al gobernante local por el buen uso de los recursos que administra. En efecto, al provenir tales fondos de una fuente nacional, lejana a la actividad en el territorio, el gobernante puede considerar que no está obligado a rendir cuentas por esa “lotería” que le llegó “desde arriba”. Por su parte, el ciudadano deja de exigirle cuentas al gobernante por el buen uso de esos fondos que no se generaron en el departamento. Es acá cuando surgen problemas de falta de transparencia que pueden derivar en corrupción.
En el libro publicado recientemente por Atarraya, “Córdoba: 70 años de historia económica”, se muestra la situación de retraso en que se encuentra el departamento en materia de desarrollo económico y social. Córdoba presenta en el siglo XXI un triste e insostenible contraste entre la exuberancia de su riqueza natural y la penuria de su capital humano. Sus principales indicadores de desarrollo humano están por debajo de la media nacional. Según estudios del Banco Mundial, Córdoba ocupa el cuarto lugar entre los departamentos con menor capital humano, y solo supera a Cauca, Guajira y Chocó.
Para salir de ese rezago, los cordobeses deben elevar conciencia de la necesidad de fortalecer las bases tributarias locales e incrementar los ingresos propios, para realizar las cuantiosas inversiones y grandes obras que se requieren. Ello implica esfuerzos, “sudor y lágrimas”, pero es indispensable hacerlo para superar el rezago y acelerar el paso hacia el desarrollo sostenible. Conviene visitar la estructura fiscal territorial, ajustarla y mejorar su gestión. No parece una buena idea resignarnos a la poca autonomía fiscal y dependencia económica de la madre Nación.